MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO
a la Acción Católica 2014
Queridos amigos de la Acción
Católica,
El tema de su Asamblea
“Personas nuevas en Cristo Jesús, corresponsables de la alegría de vivir”, se
inserta bien en el tiempo pascual, que es un tiempo de alegría. Es la alegría
de los discípulos en el encuentro con Cristo resucitado y esta alegría,
necesita ser interiorizada, dentro de un estilo evangelizador capaz de incidir
en la vida. En el actual contexto social y eclesial, ustedes, laicos de la
Acción Católica son llamados a renovar la elección misionera, abierta a los horizontes que el Espíritu indica a la Iglesia y
expresión de una nueva juventud del apostolado laical. Ésta es una elección
misionera: todo en clave misionera. Todo. Es el paradigma de la Acción
Católica: el paradigma misionero. Ésta es la elección que hoy hace la Acción
Católica. Sobre todo las parroquias, especialmente aquellas marcadas por el
cansancio y la cerrazón, y hay tantas. Parroquias
cansadas, parroquias cerradas… ¡hay! Cuando yo saludo a las
secretarias parroquiales, les pregunto: ¿pero usted es secretaria de aquellas
que abren la puerta o de aquellas que cierran la puerta? Estas parroquias necesitan
de su entusiasmo apostólico, de su plena disponibilidad y de su servicio
creativo. Se trata de asumir el dinamismo misionero para llegar a todos,
privilegiando quien se siente lejano y a los estratos más débiles y olvidados
de la población. Se trata de abrir las puertas y dejar que Jesús
pueda salir. ¡Tantas veces tenemos a Jesús encerrado en las parroquias con
nosotros y nosotros no salimos y no dejamos que Él salga! ¡Abrir las puertas
para que Él salga, al menos Él! Se trata de una Iglesia “en salida”: siempre
una Iglesia en salida.
Este estilo de evangelización,
animado por una fuerte pasión por la vida de la gente, está particularmente
adaptado a la Acción Católica, formada por el laicado diocesano que vive en
estrecha corresponsabilidad con los Pastores. En
esto les es de ayuda la popularidad de su Asociación, que a los compromisos
infra eclesiales, sabe unir aquellos de contribuir a la transformación de la
sociedad para orientarla al bien.
He pensado en entregarles tres
verbos, tres verbos que pueden constituir, para todos ustedes, un tramo de
camino. El primero es: permanecer. Pero no permanecer cerrados, no. Permanecer,
¿en qué sentido? Permanecer con Jesús, permanecer gozando de su compañía. Para
ser anunciadores y testigos de Cristo se necesita permanecer sobre todo
cercanos a Él. Es a partir del encuentro con Aquel, que es nuestra vida y
nuestra alegría, que nuestro testimonio adquiere, cada día, un nuevo
significado y una fuerza nueva. Permanecer en Jesús, permanecer con Jesús.
Segundo verbo: ir. Por favor, jamás una Acción Católica inmóvil. No
detenerse: ¡avanzar!Ir por las calles de sus ciudades y de sus países y
anunciar que Dios es Padre y que Jesucristo se los ha hecho conocer, y por esto
su vida ha cambiado: se puede vivir como hermanos, llevando dentro una
esperanza que no desilusiona. Que haya en ustedes el deseo de hacer llegar la
Palabra de Dios hasta los confines, renovando así su compromiso de encontrar al
hombre en cualquier lugar se encuentre, allí donde sufre, allí donde espera,
allí donde ama y cree, allí donde están sus sueños más profundos, las preguntas
más verdaderas, los deseos de su corazón. Allí, los espera Jesús. Esto
significa: salir afuera. Esto significa: salir.
Y finalmente, alegrarse.
Alegrarse y exultar siempre en el Señor. Ser personas que cantan a la vida, que
proclaman la fe. Esto es importante: no sólo recitar el Credo, recitar la fe,
conocer la fe: proclamar la fe. Decir la fe, vivir la fe con alegría se llama
"cantar la fe”, y esto no lo digo solo yo. Esto lo dijo hace 1600 años San
Agustín: cantar la fe. Personas capaces de reconocer
los propios talentos y los propios límites, que saben ver en las propias
jornadas, también en aquellas más oscuras, los signos de la presencia del
Señor. Alegrarse, porque el Señor los ha llamado a ser corresponsables de las
misiones de su Iglesia. Alegrarse, porque en este camino no están solos: está
el Señor que los acompaña, tienen tantos obispos y sacerdotes que los
sostienen, están sus comunidades parroquiales, sus comunidades diocesanas con
las cuales compartir el camino. No están solos. Con estos tres comportamientos,
permanecer en Jesús, ir a los confines y vivir la alegría de la
pertenencia cristiana, podrán llevar adelante su vocación y evitar la tentación
de la “quietud”, que no tiene nada que ver con el
permanecer en Jesús, evitar la tentación de la cerrazón y aquella del
intimismo, tan edulcorada, desagradable por más dulce que sea, aquella del
intimismo… Y si ustedes “van adelante”, no caerán en esta tentación. Y también evitar la tentación de la seriedad formal. Con
este permanecer en Jesús, ir a los confines, vivir la alegría evitando estas
tentaciones, evitarán de llevar adelante una vida más parecida a estatuas de
museo que de personas llamadas por Jesús a vivir y a difundir la alegría del
Evangelio. Si ustedes quieren oír el consejo de su asistente general, es tan
manso, porque lleva un nombre manso, es Mansueto. Si ustedes quieren seguir su
consejo, sean como burritos, pero jamás estatuas de museo, por favor, jamás.
Pidamos al Señor para cada uno
de nosotros, ojos que sepan ver más allá de la apariencia, orejas que sepan oír
los gritos, susurros y también los silencios, manos que sepan sostener,
abrazar, cuidar. Pidamos sobre todo un corazón grande y misericordioso, que
desea el bien y la salvación de todos. Los acompañe en el camino María
Inmaculada y también mi bendición.
Les agradezco porque sé que
rezan por mí. Ahora los invito a rezarle a la Virgen, que es nuestra Madre, y
que nos acompañará en este camino. La Virgen siempre iba detrás de Jesús, hasta
el final: lo acompañaba.
Recémosle que nos acompañe siempre en nuestro camino, este
camino de la alegría, este camino del salir, este camino del permanecer con
Jesús. Ave María…
Papa Francisco
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